Es cualquier acción o conducta que, dentro de una relación íntima o posterior a ella, causa muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico[1] o afectación económica-patrimonial, a las mujeres en su diversidad, en todos los entornos y grupos socioeconómicos, religiosos o culturales[2].
La violencia física, en esta modalidad, es la más denunciada por ser la más visible; sin embargo, la más frecuente es la violencia psicológica, la misma que incluye la intimidación, la humillación, y los comportamientos controladores, como el aislamiento de una persona de su familia y amigos o restringir su acceso a la información o asistencia[3]. En el caso de la violencia sexual en las relaciones de pareja, debido a los estigmas asociados y a los patrones socioculturales discriminatorios contra las mujeres, es probable que los datos recogidos a nivel nacional por las encuestas sean mayores a los registrados[4].
La OMS (2002) sostiene que los comportamientos violentos y controladores aparecen desde la adolescencia y primera juventud, continuando en la edad adulta, hasta la adulta mayor[5].
El mencionado organismo sostiene también que, “aunque las mujeres pueden agredir a sus parejas masculinas (y también se dan actos violentos en parejas del mismo sexo), la violencia de pareja es soportada en mucha mayor proporción por las mujeres e infligida por los hombres”[6]. Asimismo, señala que “Las mujeres son particularmente vulnerables al maltrato infligido por la pareja en las sociedades en las que existen importantes desigualdades entre hombres y mujeres, rigidez en los roles de los géneros, normas culturales que respaldan el derecho del hombre a mantener relaciones sexuales con independencia de los sentimientos de la mujer y sanciones blandas para estos comportamientos”[7].
Esta modalidad de violencia no solo afecta individualmente a las mujeres que la sufren, sino que las afecta en sus relaciones parentales, existiendo relación entre las tasas más altas de depresión y estrés traumático en las madres maltratadas por la pareja sobre su capacidad de establecer vínculos y de ejercer la maternidad[8].